miércoles, 16 de enero de 2013


CORRIDA DE TOROS:
EL REGLAMENTO DEL JUEGO TAURINO EN SALTILLO 1890.


Investigación Exclusiva
Por: Sergio A.GALINDO Carrillo
Autor/Editor de MEMORIAS DE SALTILLO
En edición conmemorativa del Segundo Aniversario


  • Sólo los hombres muy hombres podían asistir a las corridas de toros, por lo que los paralíticos y mujeres tenían prohibido entrar a los entarimados, pero en casos excepcionales se autorizaba la presencia de las damas.
        No se permitían las dedicatorias en ninguno de sus géneros ni el uso de
        banderillas de cohete.
       Además, el costo de la licencia como el monto de las multas que se
       aplicaban, deberían ingresar a la Tesorería Municipal.

     Y para hacer cumplir el Reglamento de las Corridas de Toros, el señor juez
    tenía a su disposición un cuerpo policíaco que nombraba la autoridad política  
    para asegurar un espectáculo sin desórdenes ni fraudes.

Desde la Plaza de Toros de TLAXCALA hasta la portátil que se instaló en los terrenos de la Feria ´90 de Saltillo han pasado ya muchas lunas cargadas de historia taurina.

En aquellos momentos, en que precisamente se sentaban las bases sólidas para construír la nueva Plaza de Toros de la ciudad, la FERMÍN ESPINOZA “ARMILLITA”, recordé la reglamentación de las corridas de toros que estaba vigente en 1890, por solidariad personal con el Patronato y la afición taurina de la localidad.

Con agrado evoco este tema, porque constituye un puente entre las primeras disposiciones taurinas con las que se observan actualmente en la ciudad para la celebración de la fiesta brava.


De esto trata este tema de MEMORIAS DE SALTILLO: La reglamentación de las corridas de toros que estaba vigente en 1890.

LA AUTORIDAD

Las corridas de toros las presidía un miembro del Cabildo, nombrado por la autoridad política, quien debía observar el cabal cumplimiento del Reglamento por lo que la función no podía iniciarse sin su asistencia.
La Autoridad del Juego Taurino se cercioraba, antes de la corrida, de que la cuadrilla estuviera en buen estado y vestida en forma conveniente.
Pero, se les prohibía trabajar si mostraban embriaguez notoria y se les multaba con el pago de dos a diez pesos, o con el arresto correspondiente.
También, debía cuidar de que las garrochas o picas estuvieran abotonadas y con un cuarto de pulgada como máximo.
Sin embargo, una de sus tareas más difíciles, se les presentaba cuando devolvía todos los toros del cartel por no reunir las condiciones de bravura y edad, principalmente.
Por lo que el empresario debería de tener en el coso de la plaza, otros ejemplares de reposición, de lo contrario, se le obligaba a pagar una multa de de veinticinco a cien pesos.
Además, la Autoridad, intervenía de inmediato cuando el problema lo ameritaba, para que se devolvieran las entradas y para que no fuera defraudada la afición saltillense, se le ordenaba al promotor que no podía disponer del dinero de las entradas sino hasta que terminara la función de lidia.

Plaza de Toros de TLAXCALA que ocupó el sitio donde se halla actualmente el Mercado Juárez. La foto de Alejandro Montes Salas, (1994), reproduce un fragmento del óleo: Saltilloa fines del siglo XIX, de Guillermo López Gómez, quien lo pintó sobre tela con medidas de 90 por 70 centímetros.

EL EMPRESARIO

Después de obtener el permiso correspondiente de las autoridades, el empresario anunciaba la corrida de toros, pero si dejaban de jugar dos toros durante el evento, entonces, se les aplicaba el castigo pecunario que fluctuaba entre veinticinco o cien viejísimos pesos.
Sin embargo, una lid anunciada se podía suspender media hora antes de su inicio, si el empresario tenía el permiso de la autoridad política, quien lo extendía por alguna causa extremadamente urgente, por alguna razón de peso que no hiciera posible el JUEGO DE TOROS.
Para prevenir lo anterior, la autoridad política exigía el autógrafo en los anuncios conforme a los cuales se llevaría al cabo la fiesta, requisito indispensable para que se otorgara una licencia de esta naturaleza.
Por lo que junto con la licencia se le entregaba el REGLAMENTO DE LAS CORRIDAS DE TOROS para que no alegara ignorancia al presentarse alguna casualidad o infracción; así mismo, a juicio de la autoridad se podía imponer alguna multa por falta de cumplimiento a lo estipulado, la cual podía ser desde cinco hasta cincuenta pesos, pero si volvía a cometer errores, jamás se le otorgaría licencia alguna.
El gobierno municipal cuidaba todos los detalles, que hasta ejemplares del REGLAMENTO los mandaba pegar en los lugares visibles de la Plaza de Toros de TLAXCALA.

La Plaza de Toros de TLAXCALA se aprecia al fondo de esta pintura de la antigua Plaza del Pueblo o de Tlaxcala, luego llamada de los Hombres Ilustres y actualmente Plaza "Manuel Acuña" ( en donde esta ahora el Mercado Juárez ). Por cortesía del licenciado Eduardo Garza Peña el historiador Pablo M. Valdés publicó la foto del histórico óleo y "MEMORIAS DE SALTILLO" la reproduce en homenaje a tan ilustres personajes.

Mientras que el empresario observaba las normas con todo rigor y honestidad, como por ejemplo, no despuntar los toros en el redondel de la Plaza en plena función; no permitir en la corrida TOROS JUGADOS para completar el cartel anunciado; y, tener los toros encosados suficientes para ser lidiados en caso de reposición.
Así mismo, se obligaba la empresa a disponer de todos los útiles necesarios para la conservación y limpieza de la plaza taurina.

"Ahora sí don Nazario, a ver si deja de regar las uvas para que nos den agua", gritó el popular Caifás, alias "El Zapatero", frente al gobernante don NAZARIO S. ORTÍZ GARZA, quien se encontraba en las graderías de sol en esta Plaza de Toros de Guadalupe, la cual se localizaba en las calles de Allende y Acuña entre las arterias de Alvarez y Corona. Pero Saltillo tuvo agua gracias a la petición oportuna de Caifás que la afición rubricó con fuerte ovación, según testimonio de mi padre, EDELMIRO GALINDO VALDÉS, taurófilo de corazón hasta la fecha.

LA CORRIDA

Sin excusa ni pretexto comenzaba la función a la hora programada en los anuncios, ya que los toros se habían introducido con tiempo en la ciudad por el rumbo y hora indicada por la autoridad política.
El zarzo contenía el número necesario de banderillas para poder poner a cada toro por lo menos cuatro pares.

                                                Detalle del cartel de 1971


La Cuadrilla siempre se integraba con toreros diestros por un capitán, dos banderilleros, tres capas, dos picadores, dos lanzadores y un GRACIOSO.
Para el piquete, la empresa proporcionaba caballos útiles para que no se expusiera la vida de los jinetes, además de contar con cuatro equinos más para los casos de emergencia.
Si el toro no entraba los tres o cuatro envites que se le hicieran con la garrocha, se les regresaba al toril, o bien, el juez acordaba el tiempo justo para banderillarse y capotearse.
Pero, cuando se ordenaba suspender la pica, banderilla o mate, sólo se podía continuar cada acto con el permiso de la autoridad, ya que se cobraban de dos a cinco pesos de multa a los infractores.
Cuando el caballo resultaba herido por el toro, se le sacaba del redondel y se le maniba para que no saliera a las calles, pero si perdía la vida, los mismos empresarios lo sepultaban fuera de los límites de la ciudad.
Cuando un toro ya se había lidiado en una sóla ocasión, los promotores de la corrida le quitaban dos pulgadas al asta izquierda para que el público lo reconociera y con ello se evitarán las rechiflas, aunque estaban prohibidas por el Reglamento de Policía.
El capitán de la cuadrilla debería ejecutar a los toros sentenciados a muerte y se les quitaba la vida fuera de la plaza, cuando no fallecía después de tres estocadas.
La fiesta taurina saltillense cobraba más alegría y regocijo popular, cuando aparecían sobre la tierra del redondel los toros para ser lidiados por la afición o por las personas que deleitaban a la concurrencia con la PANTOMIMA.


Esos toros estaban bien mochos, porque los empresarios hacían muy bien esa operación el toril para evitar alguna desgracia entre los saltillenses.

Por el milagro de la historia que se encuentra en el ARCHIVO MUNICIPAL DE SALTILLO, pudo usted estar presente en una corrida de toros en la PLAZA DE TLAXCALA donde está el Mercado Juárez, por la calle de Pérez Treviño.

Claro, que si el mal tiempo o algún incidente de fuerza mayor no permitían que se realizara la fiesta de toros, se regresaban los boletos o contraseñas para disfrutar del encierro en el primer día hábil que se presentara para su verificación.
Pero, si la lluvia u otra causa imprevista interrumpía la lectura de esta original corrida taurina, cuando apenas se había jugado un toro, lo siento, pero ya no se le devolverá el importe de su entrada.

Sólo se imprimieron 25 carteles a todo color en la ciudad de México para anunciar la corrida de toros conmemorativa - XVI Aniversario del periódico EL SOL DEL NORTE -, y el único cartel que se conserva en Saltillo cubierto con acrílico, lo poseé orgullosamente el impresor de "MEMORIAS DE SALTILLO", Jesús Baltazar Garibay Peña, quien lo exhibe en Impresora Garibay, sito en Calzada Madero # 1850 de la colonia Mirador. Sergio A. GALINDO añade: Ganó "El Sarape de Plata" el espada Antonio Ruiz "Antoñete" en la Plaza de Toros "Armillita" durante el Gran Festival Taurino del domingo 12 de diciembre de 1971. Lidiaron arrogantes ejemplares de Santa Elena los espadas Agustín García "Cayetano", Guillermo López "Pinturas", Octavio Paéz "Parrlito" y el máximo triunfador de la tarde taurina "Antoñete".

Las corridas de toros en Saltillo tienen presencia histórica:

  • Durante la corrida, ningún particular podían lidiar los toros que estaban destinados para la cuadrillas, salvo que el interesado hubiera obtenido licencia de la autoridad.
  • Tampoco se concedía el toro al particular o torero por el juego que se haya hecho con la bestia, porque el público lo pedía a gritos, en virtud de que ester asunto era competencia exclusiva de los señores empresarios.
  • En cambio, todo aquel particular que ofendiera el juez, al público o al empresario se le multaba hasta con veinticinco pesos o se le arrestaba, se la falta estaba tipificada como delito.
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Esta exclusiva investigación documental la publica su autor y editor SERGIO A. GALINDO CARRILLO en su revista MEMORIAS DE SALTILLO Número 10. AÑO II. MARZO-ABRIL DE 1995. SALTILLO, COAHUILA, MEXICO.
En el Archivo Municipal de Saltillo, Biblioteca del Congreso del Estado de Coahuila y en la Biblioteca Central del Gobierno, también cuentan con la COLECCIÓN completa de la Revista de historiografía.
Dele compartir al Blog que en su honor hemos creado: www.memoriasdesaltillo.com

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