CORRIDA
DE TOROS:
EL
REGLAMENTO DEL JUEGO TAURINO EN SALTILLO 1890.
Investigación Exclusiva
Por: Sergio A.GALINDO
Carrillo
Autor/Editor de MEMORIAS
DE SALTILLO
En edición conmemorativa
del Segundo Aniversario
- Sólo los hombres muy hombres podían asistir a las corridas de toros, por lo que los paralíticos y mujeres tenían prohibido entrar a los entarimados, pero en casos excepcionales se autorizaba la presencia de las damas.
No
se permitían las dedicatorias en ninguno de sus géneros ni el uso
de
banderillas de cohete.
Además,
el costo de la licencia como el monto de las multas que se
aplicaban, deberían ingresar a la Tesorería Municipal.
Y
para hacer cumplir el Reglamento de las Corridas de Toros, el señor
juez
tenía a su disposición un cuerpo policíaco que nombraba la
autoridad política
para asegurar un espectáculo sin desórdenes ni
fraudes.
Desde la
Plaza de Toros de TLAXCALA hasta la portátil que se instaló en los
terrenos de la Feria ´90 de Saltillo han pasado ya muchas lunas
cargadas de historia taurina.
En aquellos
momentos, en que precisamente se sentaban las bases sólidas para
construír la nueva Plaza de Toros de la ciudad, la FERMÍN ESPINOZA
“ARMILLITA”, recordé la reglamentación de las corridas de
toros que estaba vigente en 1890, por solidariad personal con el
Patronato y la afición taurina de la localidad.
Con agrado
evoco este tema, porque constituye un puente entre las primeras
disposiciones taurinas con las que se observan actualmente en la
ciudad para la celebración de la fiesta brava.
De esto
trata este tema de MEMORIAS DE SALTILLO: La reglamentación de las
corridas de toros que estaba vigente en 1890.
LA AUTORIDAD
Las corridas
de toros las presidía un miembro del Cabildo, nombrado por la
autoridad política, quien debía observar el cabal cumplimiento del
Reglamento por lo que la función no podía iniciarse sin su
asistencia.
La Autoridad
del Juego Taurino se cercioraba, antes de la corrida, de que la
cuadrilla estuviera en buen estado y vestida en forma conveniente.
Pero, se
les prohibía trabajar si mostraban embriaguez notoria y se les
multaba con el pago de dos a diez pesos, o con el arresto
correspondiente.
También,
debía cuidar de que las garrochas o picas estuvieran abotonadas y
con un cuarto de pulgada como máximo.
Sin embargo,
una de sus tareas más difíciles, se les presentaba cuando devolvía
todos los toros del cartel por no reunir las condiciones de bravura y
edad, principalmente.
Por lo que
el empresario debería de tener en el coso de la plaza, otros
ejemplares de reposición, de lo contrario, se le obligaba a pagar
una multa de de veinticinco a cien pesos.
Además, la
Autoridad, intervenía de inmediato cuando el problema lo ameritaba,
para que se devolvieran las entradas y para que no fuera defraudada
la afición saltillense, se le ordenaba al promotor que no podía
disponer del dinero de las entradas sino hasta que terminara la
función de lidia.
Plaza de Toros de TLAXCALA que ocupó el sitio donde se halla actualmente el Mercado Juárez. La foto de Alejandro Montes Salas, (1994), reproduce un fragmento del óleo: Saltilloa fines del siglo XIX, de Guillermo López Gómez, quien lo pintó sobre tela con medidas de 90 por 70 centímetros.
EL
EMPRESARIO
Después de
obtener el permiso correspondiente de las autoridades, el empresario
anunciaba la corrida de toros, pero si dejaban de jugar dos toros
durante el evento, entonces, se les aplicaba el castigo pecunario
que fluctuaba entre veinticinco o cien viejísimos pesos.
Sin
embargo, una lid anunciada se podía suspender media hora antes de su
inicio, si el empresario tenía el permiso de la autoridad política,
quien lo extendía por alguna causa extremadamente urgente, por
alguna razón de peso que no hiciera posible el JUEGO DE TOROS.
Para
prevenir lo anterior, la autoridad política exigía el autógrafo en
los anuncios conforme a los cuales se llevaría al cabo la fiesta,
requisito indispensable para que se otorgara una licencia de esta
naturaleza.
Por lo que
junto con la licencia se le entregaba el REGLAMENTO DE LAS CORRIDAS
DE TOROS para que no alegara ignorancia al presentarse alguna
casualidad o infracción; así mismo, a juicio de la autoridad se
podía imponer alguna multa por falta de cumplimiento a lo
estipulado, la cual podía ser desde cinco hasta cincuenta pesos,
pero si volvía a cometer errores, jamás se le otorgaría licencia
alguna.
El gobierno
municipal cuidaba todos los detalles, que hasta ejemplares del
REGLAMENTO los mandaba pegar en los lugares visibles de la Plaza de
Toros de TLAXCALA.
La Plaza de Toros de TLAXCALA se aprecia al fondo de esta pintura de la antigua Plaza del Pueblo o de Tlaxcala, luego llamada de los Hombres Ilustres y actualmente Plaza "Manuel Acuña" ( en donde esta ahora el Mercado Juárez ). Por cortesía del licenciado Eduardo Garza Peña el historiador Pablo M. Valdés publicó la foto del histórico óleo y "MEMORIAS DE SALTILLO" la reproduce en homenaje a tan ilustres personajes.
Mientras que
el empresario observaba las normas con todo rigor y honestidad, como
por ejemplo, no despuntar los toros en el redondel de la Plaza en
plena función; no permitir en la corrida TOROS JUGADOS para
completar el cartel anunciado; y, tener los toros encosados
suficientes para ser lidiados en caso de reposición.
Así mismo,
se obligaba la empresa a disponer de todos los útiles necesarios
para la conservación y limpieza de la plaza taurina.
"Ahora sí don Nazario, a ver si deja de regar las uvas para que nos den agua", gritó el popular Caifás, alias "El Zapatero", frente al gobernante don NAZARIO S. ORTÍZ GARZA, quien se encontraba en las graderías de sol en esta Plaza de Toros de Guadalupe, la cual se localizaba en las calles de Allende y Acuña entre las arterias de Alvarez y Corona. Pero Saltillo tuvo agua gracias a la petición oportuna de Caifás que la afición rubricó con fuerte ovación, según testimonio de mi padre, EDELMIRO GALINDO VALDÉS, taurófilo de corazón hasta la fecha.
LA CORRIDA
Sin excusa
ni pretexto comenzaba la función a la hora programada en los
anuncios, ya que los toros se habían introducido con tiempo en la
ciudad por el rumbo y hora indicada por la autoridad política.
El zarzo
contenía el número necesario de banderillas para poder poner a
cada toro por lo menos cuatro pares.
Detalle del cartel de 1971
La Cuadrilla
siempre se integraba con toreros diestros por un capitán, dos
banderilleros, tres capas, dos picadores, dos lanzadores y un
GRACIOSO.
Para el
piquete, la empresa proporcionaba caballos útiles para que no se
expusiera la vida de los jinetes, además de contar con cuatro
equinos más para los casos de emergencia.
Si el toro
no entraba los tres o cuatro envites que se le hicieran con la
garrocha, se les regresaba al toril, o bien, el juez acordaba el
tiempo justo para banderillarse y capotearse.
Pero, cuando
se ordenaba suspender la pica, banderilla o mate, sólo se podía
continuar cada acto con el permiso de la autoridad, ya que se
cobraban de dos a cinco pesos de multa a los infractores.
Cuando el
caballo resultaba herido por el toro, se le sacaba del redondel y se
le maniba para que no saliera a las calles, pero si perdía la
vida, los mismos empresarios lo sepultaban fuera de los límites de
la ciudad.
Cuando un
toro ya se había lidiado en una sóla ocasión, los promotores de la
corrida le quitaban dos pulgadas al asta izquierda para que el
público lo reconociera y con ello se evitarán las rechiflas, aunque
estaban prohibidas por el Reglamento de Policía.
El capitán
de la cuadrilla debería ejecutar a los toros sentenciados a muerte y
se les quitaba la vida fuera de la plaza, cuando no fallecía después
de tres estocadas.
La fiesta
taurina saltillense cobraba más alegría y regocijo popular, cuando
aparecían sobre la tierra del redondel los toros para ser lidiados
por la afición o por las personas que deleitaban a la concurrencia
con la PANTOMIMA.
Esos toros
estaban bien mochos, porque los empresarios hacían muy bien esa
operación el toril para evitar alguna desgracia entre los
saltillenses.
Por el
milagro de la historia que se encuentra en el ARCHIVO MUNICIPAL DE
SALTILLO, pudo usted estar presente en una corrida de toros en la
PLAZA DE TLAXCALA donde está el Mercado Juárez, por la calle de
Pérez Treviño.
Claro, que
si el mal tiempo o algún incidente de fuerza mayor no permitían que
se realizara la fiesta de toros, se regresaban los boletos o
contraseñas para disfrutar del encierro en el primer día hábil que
se presentara para su verificación.
Pero, si la
lluvia u otra causa imprevista interrumpía la lectura de esta
original corrida taurina, cuando apenas se había jugado un toro, lo
siento, pero ya no se le devolverá el importe de su entrada.
Sólo se imprimieron 25 carteles a todo color en la ciudad de México para anunciar la corrida de toros conmemorativa - XVI Aniversario del periódico EL SOL DEL NORTE -, y el único cartel que se conserva en Saltillo cubierto con acrílico, lo poseé orgullosamente el impresor de "MEMORIAS DE SALTILLO", Jesús Baltazar Garibay Peña, quien lo exhibe en Impresora Garibay, sito en Calzada Madero # 1850 de la colonia Mirador. Sergio A. GALINDO añade: Ganó "El Sarape de Plata" el espada Antonio Ruiz "Antoñete" en la Plaza de Toros "Armillita" durante el Gran Festival Taurino del domingo 12 de diciembre de 1971. Lidiaron arrogantes ejemplares de Santa Elena los espadas Agustín García "Cayetano", Guillermo López "Pinturas", Octavio Paéz "Parrlito" y el máximo triunfador de la tarde taurina "Antoñete".
Las corridas
de toros en Saltillo tienen presencia histórica:
- Durante la corrida, ningún particular podían lidiar los toros que estaban destinados para la cuadrillas, salvo que el interesado hubiera obtenido licencia de la autoridad.
- Tampoco se concedía el toro al particular o torero por el juego que se haya hecho con la bestia, porque el público lo pedía a gritos, en virtud de que ester asunto era competencia exclusiva de los señores empresarios.
- En cambio, todo aquel particular que ofendiera el juez, al público o al empresario se le multaba hasta con veinticinco pesos o se le arrestaba, se la falta estaba tipificada como delito.
_____________________________________________________-
Esta
exclusiva investigación documental la publica su autor y editor
SERGIO A. GALINDO CARRILLO en su revista MEMORIAS DE SALTILLO Número
10. AÑO II. MARZO-ABRIL DE 1995. SALTILLO, COAHUILA, MEXICO.
En el
Archivo Municipal de Saltillo, Biblioteca del Congreso del Estado de
Coahuila y en la Biblioteca Central del Gobierno, también cuentan
con la COLECCIÓN completa de la Revista de historiografía.
Dele
compartir al Blog que en su honor hemos creado:
www.memoriasdesaltillo.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario