jueves, 31 de enero de 2013

Remodelan Plaza de Armas Saltillo 1963


PLAZA DE ARMAS, SALTILLO 1963

Reparación de la fuente, alumbrado con luz mercurial, banquetas, jardines y en el pedestal de las Ninfas el nombre de cada estación del año: Esto lo hizo en 1963 el alcalde EDUARDO DÁVILA GARZA.

Instaló Dávila Garza, primeras Casetas Telefónicas en Saltillo y, una en la Plaza de Armas.

Por. Sergio A. Galindo Carrillo
Autor y Editor de Memorias de Saltillo

Saltillo, Coah., mayo-junio de 1997, MEMORIAS DE SALTILLO.- Su administración municipal, 1961-1963, es inolvidable y su personalidad fue siempre respetada, por eso los saltillenses votaron a favor suyo y de Saltillo, por supuesto, y la OBRA MATERIAL del distinguido munícipe, sentó las bases del progreso que ahora está manifiesto por todos los rumbos de la ciudad y el municipio todo.
La señora Berta Patricia Briseño Rojas, hija del síndico Rafael Briseño en el Cabildo de Dávila Garza, conserva en la CASTAÑA DE LOS RECUERDOS el informe gráfico -el Archivo Municipal de Saltillo no tiene ningún ejemplar del mismo-, donde se habla de la extensa tarea municipal del Dr. Dávila Garza durante su trienio.


De ese baúl familiar, que abrió Julio César Briseño con mucho respeto, presento en esta ocasión las fotos de la remodelación de la Plaza de Armas que hiciera el doctor Eduardo Dávila durante su gestión administrativa.

(Nota de Luis Galindo añado esta foto del blog www.SaltillodelRecuerdo.blogspot.com para ilustrar la obra de Dávila Garza quien remodeló esta Plaza, la cual después remodeló don Oscar Flores Tapia y esta fue de nuevo remodelada por Dr. Rogelio Montemayor y de esta, dice mi gemelo, que el diseño en calles y jardines y fuente y distribución de ninfas, se parece a la que hiciera el Dr. Eduardo Dávila Garza ).

Ordenó la reparación de la fuente ornamental, dotó al paseo público de alumbrado ornamental con luz mercurial; banquetas, jardines y en el pedestal de las Ninfas estaba inscrito el nombre de la estación que representaba cada una de ellas.

Por las nuevas banquetas caminábamos en sentido contrario, las mujeres de los hombres, los jóvenes de entonces para hacer guiños a las muchachas en la serenata de los domingos con la Banda de Música del Estado.

Al lado norte de la Plaza de Armas o de la INDEPENDENCIA, está la calle de Ocampo, sin los PORTALES de la Independencia, destruídos en 1953 y reedificados, con un portal de más en 1978 por el gobernador de aquella época, don Oscar Flores Tapia. A la derecha de la foto se aprecia el edificio de Telmex Saltillo.

Fuimos los últimos románticos en aquella Plaza de Armas, porque en los 60s estalló la revolución sexual, la que disfrutan los adolescentes y jóvenes de hoy a la luz del día, sin conocer ni valorar los acontecimientos de la liberación sexual que acontecieron hace treinta años. No siempre fueron mejores los tiempos pasados.

Esta bella Plaza de Armas es muy parecida -a la distribución hecha por Eduardo Dávila Garza, de calles, banquetas, jardines, ninfas y alumbrado- a la remodelada y restaurada del máximo paseo público que ordenó el Dr. Rogelio Montemayor Seguy, Gobernador del Estado, de la que todos disfrutamos, hablamos y escribimos con acento positivo.


Remodelación  de la Plaza -explanda tipo Zócalo- y edificación de los Portales de la Independencia en el sexenio de don Oscar Flores Tapia. Y así acabó la bella Plaza de Armas que remodelara el alcalde EDUARDO DÁVILA GARZA.

        Los desplazados se fueron a las bancas de la Plaza "Acuña" y al Mercado "Juárez".
Y con la remodelación hecha por Rogelio Montemayor, volvieron las bancas y el ambiente musical - Pero, nada de las SERENATAS -, con eventos exitosos más para los jóvenes que para las familias y hasta la fecha 2013 continúan.

( Nota de Luis Galindo: fue en el sexenio de Oscar Flores Tapia, cuando remodeló la Plaza que había restaurado el presidente municipal Eduardo Dávila Garza. ¿A quién le corresponde esa Plaza de Armas, darle mantenimiento y restauración, al presidente de Saltillo, o al gobernador de Coahuila?).


El alcalde Eduardo Dávila Garza instaló las primeras casetas telefónicas en Saltillo, como la que se observa en primer plano y, al fondo, lado derecho, está el actual edificio del Instituto Coahuilense de Cultura, el ICOCULT.


                            Plaza de Armas: La única novia del sueño.
MEMORIAS DE SALTILLO. AÑO V. No 23. MAYO-JUNIO DE 1997. Este artículo fue escrito por Sergio. A. GALINDO Carrillo, autor y editor de esta Revista Bimestral, en las páginas 4-6. SALTILLO, COAHUILA, MÉXICO.
Colecciones Completas de MEMORIAS DE SALTILLO, puede encontrarlas el interesado en el Archivo Municipal de Saltillo; en la Biblioteca del Congreso del Estado y, una más en la Biblioteca Central del Gobierno del Estado.


viernes, 18 de enero de 2013

La Cruz de la Guayulera en Saltillo 1903

LA FOTO DE LA CRUZ Y DE LA DANZA ES DE 1947 EN LA GUAYULERA



LA CRUZ DE LA GUAYULERA, 1903

Por Sergio A. Galindo Carrillo

Los trabajadores de la Compañía Explotadora de Caucho Mexicano “Adolfo Marx”, ( Nota de Luis Galindo: Ubicada en las calles de Carlos Pacheco y Quintana Roo, estaba la fábrica de guayule, conocida como “la Guayulera” y de la cual Sergio GALINDO, escribió su historia y puede consultar en su Blog buscando La Guayulera I, II y III en el Archivo Noviembre 2012 de www.memoriasdesaltillo.blogspot.com ) levantaron una cruz de madera sobre piedra de rostro, y desde 1903 hacían una fiesta anual en su honor con pólvora y todo.


La Cruz estaba en la cima de una pequeña loma del barrio de “La Guayulera”, al poniente de las casas de la calle de Quintana Roo, donde se retrataron los hermanos Marco Antonio, Luis y su servidor, junto con una vecinita, en 1947.
En la foto de abajo, la Danza de la Cruz con su capitán Gregorio Ávila en plena ejecución del tradicional ritual tlaxcalteca. Las fotos pertenecen a la Castaña de los Recuerdos de mis papás, Edelmiro Galindo y María de Jesús Carrillo, quienes me las faciliataron para compartirlas con todos los saltillenses.
Entre el caserío actual con más de diez mil habitantes, la Cruz se erguía en donde está el nuevo Templo de Cristo Rey, en la Colonia Rodríguez-Guayulera.
Pero, aquella Cruz y aquella Danza, simplemente, ya no existen.
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MEMORIAS DE SALTILLO. AÑO V. No. 23 ( Página 14 ). MAYO-JUNIO DE 1997. SALTILLO, COAHUILA, MÉXICO.
Una colección completa de la revista MEMORIAS DE SALTILLO, del autor y editor, profesor Sergio A. Galindo, se encuentra en el ARCHIVO MUNICIPAL DE SALTILLO, así como otra en la BIBLIOTECA DEL CONGRESO DEL ESTADO DE COAHUILA y una más en la BIBLIOTECA PÚBLICA CENTRAL DE COAHUILA.

jueves, 17 de enero de 2013

Puente de Madera en la Guayulera 1946

Edelmiro Galindo pronuncia el discurso oficial

"Al puente peatonal cada rato se lo llevaba el agua".

Por: Sergio A. Galindo Carrillo


La ceremonia de inauguración del Puente Peatonal de Madera sobre el Arroyo del Pueblo, a la altura de la calle Carlos Pacheco, en  la colonia Rodríguez-Guayulera, la presidió el alcalde, Lic Evelio H. González Treviño, el 11 de octubre de 1946 ( Nota de Luis Galindo, cuando mi gemelo yo yo teníamos un año de nacidos y vivíamos a una cuadra del puente ).



En este acto, mi padre, de veintiocho años de edad, Edelmiro Galindo Valdés, pronunció el discurso oficial junto al reflector de la camioneta y de perfil aparece, también, en el recuadro.

En la fotografía superior, de derecha a izquierda, se encuentran don Blas, el cartero; Lic. Evelio H. González, Presidente Municipal; Lic. Arturo Moncada Garza, Oficial Mayor de Gobierno; don Eduardo L. Fuentes, periodista; y don Ignacio Hernández, de oficio zapatero. ( Nota de Luis Galindo, tanto el cartero como el zapatero y el tendero don Andrés, vivían por la calle Carlos Pacheco ).

50 años después comenta mi padre, que esta obra se hizo con aportaciones económicas de los colonos y de la Presidencia Municipal, pero que "a cada rato se lo llevaba el agua".


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Puente de Madera, es el artículo que publicó su autor, en la página 10 de su revista MEMORIAS DE SALTILLO # 24. AÑO V. No. 24. JULIO-AGOSTO DE 1997. SALTILLO, COAHUILA, MEXICO.

miércoles, 16 de enero de 2013


CORRIDA DE TOROS:
EL REGLAMENTO DEL JUEGO TAURINO EN SALTILLO 1890.


Investigación Exclusiva
Por: Sergio A.GALINDO Carrillo
Autor/Editor de MEMORIAS DE SALTILLO
En edición conmemorativa del Segundo Aniversario


  • Sólo los hombres muy hombres podían asistir a las corridas de toros, por lo que los paralíticos y mujeres tenían prohibido entrar a los entarimados, pero en casos excepcionales se autorizaba la presencia de las damas.
        No se permitían las dedicatorias en ninguno de sus géneros ni el uso de
        banderillas de cohete.
       Además, el costo de la licencia como el monto de las multas que se
       aplicaban, deberían ingresar a la Tesorería Municipal.

     Y para hacer cumplir el Reglamento de las Corridas de Toros, el señor juez
    tenía a su disposición un cuerpo policíaco que nombraba la autoridad política  
    para asegurar un espectáculo sin desórdenes ni fraudes.

Desde la Plaza de Toros de TLAXCALA hasta la portátil que se instaló en los terrenos de la Feria ´90 de Saltillo han pasado ya muchas lunas cargadas de historia taurina.

En aquellos momentos, en que precisamente se sentaban las bases sólidas para construír la nueva Plaza de Toros de la ciudad, la FERMÍN ESPINOZA “ARMILLITA”, recordé la reglamentación de las corridas de toros que estaba vigente en 1890, por solidariad personal con el Patronato y la afición taurina de la localidad.

Con agrado evoco este tema, porque constituye un puente entre las primeras disposiciones taurinas con las que se observan actualmente en la ciudad para la celebración de la fiesta brava.


De esto trata este tema de MEMORIAS DE SALTILLO: La reglamentación de las corridas de toros que estaba vigente en 1890.

LA AUTORIDAD

Las corridas de toros las presidía un miembro del Cabildo, nombrado por la autoridad política, quien debía observar el cabal cumplimiento del Reglamento por lo que la función no podía iniciarse sin su asistencia.
La Autoridad del Juego Taurino se cercioraba, antes de la corrida, de que la cuadrilla estuviera en buen estado y vestida en forma conveniente.
Pero, se les prohibía trabajar si mostraban embriaguez notoria y se les multaba con el pago de dos a diez pesos, o con el arresto correspondiente.
También, debía cuidar de que las garrochas o picas estuvieran abotonadas y con un cuarto de pulgada como máximo.
Sin embargo, una de sus tareas más difíciles, se les presentaba cuando devolvía todos los toros del cartel por no reunir las condiciones de bravura y edad, principalmente.
Por lo que el empresario debería de tener en el coso de la plaza, otros ejemplares de reposición, de lo contrario, se le obligaba a pagar una multa de de veinticinco a cien pesos.
Además, la Autoridad, intervenía de inmediato cuando el problema lo ameritaba, para que se devolvieran las entradas y para que no fuera defraudada la afición saltillense, se le ordenaba al promotor que no podía disponer del dinero de las entradas sino hasta que terminara la función de lidia.

Plaza de Toros de TLAXCALA que ocupó el sitio donde se halla actualmente el Mercado Juárez. La foto de Alejandro Montes Salas, (1994), reproduce un fragmento del óleo: Saltilloa fines del siglo XIX, de Guillermo López Gómez, quien lo pintó sobre tela con medidas de 90 por 70 centímetros.

EL EMPRESARIO

Después de obtener el permiso correspondiente de las autoridades, el empresario anunciaba la corrida de toros, pero si dejaban de jugar dos toros durante el evento, entonces, se les aplicaba el castigo pecunario que fluctuaba entre veinticinco o cien viejísimos pesos.
Sin embargo, una lid anunciada se podía suspender media hora antes de su inicio, si el empresario tenía el permiso de la autoridad política, quien lo extendía por alguna causa extremadamente urgente, por alguna razón de peso que no hiciera posible el JUEGO DE TOROS.
Para prevenir lo anterior, la autoridad política exigía el autógrafo en los anuncios conforme a los cuales se llevaría al cabo la fiesta, requisito indispensable para que se otorgara una licencia de esta naturaleza.
Por lo que junto con la licencia se le entregaba el REGLAMENTO DE LAS CORRIDAS DE TOROS para que no alegara ignorancia al presentarse alguna casualidad o infracción; así mismo, a juicio de la autoridad se podía imponer alguna multa por falta de cumplimiento a lo estipulado, la cual podía ser desde cinco hasta cincuenta pesos, pero si volvía a cometer errores, jamás se le otorgaría licencia alguna.
El gobierno municipal cuidaba todos los detalles, que hasta ejemplares del REGLAMENTO los mandaba pegar en los lugares visibles de la Plaza de Toros de TLAXCALA.

La Plaza de Toros de TLAXCALA se aprecia al fondo de esta pintura de la antigua Plaza del Pueblo o de Tlaxcala, luego llamada de los Hombres Ilustres y actualmente Plaza "Manuel Acuña" ( en donde esta ahora el Mercado Juárez ). Por cortesía del licenciado Eduardo Garza Peña el historiador Pablo M. Valdés publicó la foto del histórico óleo y "MEMORIAS DE SALTILLO" la reproduce en homenaje a tan ilustres personajes.

Mientras que el empresario observaba las normas con todo rigor y honestidad, como por ejemplo, no despuntar los toros en el redondel de la Plaza en plena función; no permitir en la corrida TOROS JUGADOS para completar el cartel anunciado; y, tener los toros encosados suficientes para ser lidiados en caso de reposición.
Así mismo, se obligaba la empresa a disponer de todos los útiles necesarios para la conservación y limpieza de la plaza taurina.

"Ahora sí don Nazario, a ver si deja de regar las uvas para que nos den agua", gritó el popular Caifás, alias "El Zapatero", frente al gobernante don NAZARIO S. ORTÍZ GARZA, quien se encontraba en las graderías de sol en esta Plaza de Toros de Guadalupe, la cual se localizaba en las calles de Allende y Acuña entre las arterias de Alvarez y Corona. Pero Saltillo tuvo agua gracias a la petición oportuna de Caifás que la afición rubricó con fuerte ovación, según testimonio de mi padre, EDELMIRO GALINDO VALDÉS, taurófilo de corazón hasta la fecha.

LA CORRIDA

Sin excusa ni pretexto comenzaba la función a la hora programada en los anuncios, ya que los toros se habían introducido con tiempo en la ciudad por el rumbo y hora indicada por la autoridad política.
El zarzo contenía el número necesario de banderillas para poder poner a cada toro por lo menos cuatro pares.

                                                Detalle del cartel de 1971


La Cuadrilla siempre se integraba con toreros diestros por un capitán, dos banderilleros, tres capas, dos picadores, dos lanzadores y un GRACIOSO.
Para el piquete, la empresa proporcionaba caballos útiles para que no se expusiera la vida de los jinetes, además de contar con cuatro equinos más para los casos de emergencia.
Si el toro no entraba los tres o cuatro envites que se le hicieran con la garrocha, se les regresaba al toril, o bien, el juez acordaba el tiempo justo para banderillarse y capotearse.
Pero, cuando se ordenaba suspender la pica, banderilla o mate, sólo se podía continuar cada acto con el permiso de la autoridad, ya que se cobraban de dos a cinco pesos de multa a los infractores.
Cuando el caballo resultaba herido por el toro, se le sacaba del redondel y se le maniba para que no saliera a las calles, pero si perdía la vida, los mismos empresarios lo sepultaban fuera de los límites de la ciudad.
Cuando un toro ya se había lidiado en una sóla ocasión, los promotores de la corrida le quitaban dos pulgadas al asta izquierda para que el público lo reconociera y con ello se evitarán las rechiflas, aunque estaban prohibidas por el Reglamento de Policía.
El capitán de la cuadrilla debería ejecutar a los toros sentenciados a muerte y se les quitaba la vida fuera de la plaza, cuando no fallecía después de tres estocadas.
La fiesta taurina saltillense cobraba más alegría y regocijo popular, cuando aparecían sobre la tierra del redondel los toros para ser lidiados por la afición o por las personas que deleitaban a la concurrencia con la PANTOMIMA.


Esos toros estaban bien mochos, porque los empresarios hacían muy bien esa operación el toril para evitar alguna desgracia entre los saltillenses.

Por el milagro de la historia que se encuentra en el ARCHIVO MUNICIPAL DE SALTILLO, pudo usted estar presente en una corrida de toros en la PLAZA DE TLAXCALA donde está el Mercado Juárez, por la calle de Pérez Treviño.

Claro, que si el mal tiempo o algún incidente de fuerza mayor no permitían que se realizara la fiesta de toros, se regresaban los boletos o contraseñas para disfrutar del encierro en el primer día hábil que se presentara para su verificación.
Pero, si la lluvia u otra causa imprevista interrumpía la lectura de esta original corrida taurina, cuando apenas se había jugado un toro, lo siento, pero ya no se le devolverá el importe de su entrada.

Sólo se imprimieron 25 carteles a todo color en la ciudad de México para anunciar la corrida de toros conmemorativa - XVI Aniversario del periódico EL SOL DEL NORTE -, y el único cartel que se conserva en Saltillo cubierto con acrílico, lo poseé orgullosamente el impresor de "MEMORIAS DE SALTILLO", Jesús Baltazar Garibay Peña, quien lo exhibe en Impresora Garibay, sito en Calzada Madero # 1850 de la colonia Mirador. Sergio A. GALINDO añade: Ganó "El Sarape de Plata" el espada Antonio Ruiz "Antoñete" en la Plaza de Toros "Armillita" durante el Gran Festival Taurino del domingo 12 de diciembre de 1971. Lidiaron arrogantes ejemplares de Santa Elena los espadas Agustín García "Cayetano", Guillermo López "Pinturas", Octavio Paéz "Parrlito" y el máximo triunfador de la tarde taurina "Antoñete".

Las corridas de toros en Saltillo tienen presencia histórica:

  • Durante la corrida, ningún particular podían lidiar los toros que estaban destinados para la cuadrillas, salvo que el interesado hubiera obtenido licencia de la autoridad.
  • Tampoco se concedía el toro al particular o torero por el juego que se haya hecho con la bestia, porque el público lo pedía a gritos, en virtud de que ester asunto era competencia exclusiva de los señores empresarios.
  • En cambio, todo aquel particular que ofendiera el juez, al público o al empresario se le multaba hasta con veinticinco pesos o se le arrestaba, se la falta estaba tipificada como delito.
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Esta exclusiva investigación documental la publica su autor y editor SERGIO A. GALINDO CARRILLO en su revista MEMORIAS DE SALTILLO Número 10. AÑO II. MARZO-ABRIL DE 1995. SALTILLO, COAHUILA, MEXICO.
En el Archivo Municipal de Saltillo, Biblioteca del Congreso del Estado de Coahuila y en la Biblioteca Central del Gobierno, también cuentan con la COLECCIÓN completa de la Revista de historiografía.
Dele compartir al Blog que en su honor hemos creado: www.memoriasdesaltillo.com

miércoles, 9 de enero de 2013

EL OTRO REPARTO DEL PUEBLO TLAXCALTECA


El otro Reparto del Pueblo de San Esteban de la Nueva TLAXCALA:

PUEBLO DE SAN ESTEBAN DE LA NUEVA TLAXCALA
FAMILIAS DESGRACIADAS; FAMILIAS DE LOS INFELICES”.
Tlaxcaltecas: convertidos en sirvientes domésticos y jornaleros.

                   Investigación Exclusiva del Profesor Sergio A. Galindo Carrillo
                   Autor/Editor de la Revista MEMORIAS DE SALTILLO

                                                                   TLAXCALA

Saltillo, Coahuila, septiembre – octubre de 1993.- En sirvientes domésticos y jornaleros se convirtieron muchos tlaxcaltecas del Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala por obra y gracia de la Independencia nacional que terminó con toda clase de privilegios, entre ellos, los que le concedió la Corona española a los colonizadores procedentes de TIZTLÁN, Tlaxcala, México. (Nota: y traídos a SALTILLO y otros municipios más por el también fundador Francisco de URDIÑOLA en 1591):

Elena Huerta, pinta en su enorme mural, en la vieja casona de la esquina de las calles de Hidalgo y Aldama en el Centro Histórico de Saltillo, la escena del reparto de tierras y agua y otros muchos beneficios a los tlaxcaltecas fundadores en SALTILLO, 1591, del Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, traidos por Francisco de URDIÑOLA.

En homenaje a los fundadores anónimos de muchos pueblos coahuilenses y a los denodados defensores de la integridad física de los pobladores de nuestra Entidad federativa, COAHUILA, se hace referencia al problema de la tenencia de la tierra que padecieron los naturales del Pueblo de San Esteban durante muchísimos años.

SE PERDIÓ LA LEY

Los tlaxcaltecas disfrutaron desde el 13 de septiembre de 1591, en calidad de usufructuarios, de las tierras y aguas del Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala.

Conjunto escultórico sobre la fundación de Saltillo en la Plaza Tlaxcalteca justo sobre la calle Allende, por la que corría un arroyo y dividía a la Villa de Santiago del Saltillo del Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala.

Privilegio, junto con muchos más, que los mismos españoles radicados en la Villa contigua de Santiago del Saltillo, les envidiaron, pero todas las distinciones se sepultaron el 13 de junio de 1827 con el contenido de la Ley número 37.
Para el Gobierno Económico – Político de los Pueblos se titulaba ese valioso documento, que lamentablemente está perdido, ya que no fue posible localizarlo en los Archivos Municipal y Estatal como tampoco en el Archivo del Congreso Local, sin embargo, existe la posibilidad de su reapairicón al momento de concluir la organización del Archivo General del Estado.
En esa Ley se establecen los rquisitos que deberían de cubrir los comuneros del Pueblo de San Esteban para que se les pudieran otorgar en propiedad las tierras y aguas que por espacio de 236 años habían gozado.
No obstante, el gobernador José María Viesca solicitó la la Legislatura coahuilense, el 29 de octubre de 1827, que le aclararan la fiel interpretación de la Ley número 37, para normar su criterio en todos los municipios donde se asentaron pueblos de naturales.
Viesca preguntaba si era legal otorgar propiedades a los ciudadanos que vivieron en los pueblos tlaxcaltecas sin ser indios de calificado origen.
Porque, en atención a los servicios personales, cargas y obligaciones que desempeñaron algunos arrimados en beneficio de la municipalidad, se les señaló, como si tuvieran la calidad de vecinos del Pueblo de San Esteban, parte de tierras con derecho de agua rodada, y además, un solar por acta expresa del Ayuntamiento.

CLAN DE FINCAS

Si en el año de 1827 se hubiese realizado una clasificación profunda sobre el origen de los pobladores: no habría ningún español y cuando mucho se hubieran localizado tres familias de indios tlaxcaltecas puros en lo que hoy es la ciudad de SALTILLO.

Del mural de Elena Huerta, tlaxcaltecas construyendo el templo de San Esteban en el corazón del actual Centro Histórico de  Saltillo.

En tales tiempos, antes de la consumación de la Independencia, equivocadamente se denominó españoles a quienes prestaban sus servicios en la VILLA DE SALTILLO, porque esos “tecos” no tenían derecho a ninguna propiedad en el PUEBLO de SAN ESTABAN, según la ley extraviada.
Arrimados o avecindados, como todavía se emplea este último vocablo en los ejidos, fueron llamados los indios que nacieron fuera del Pueblo de San Esteban, asi como aquellas personas que adquirieron bienes raíces sin ser naturales.
En el Pueblo ingresaron al CLAN DE FINCAS, unos como pobladores y otros por la compra de propiedades de ventas legales, hechas después de la Independencia, en virtud de que en la Nación se declaró “la igualdad que extinguió para simepre la odiosa distinción de castas”.
El decreto al que se alude, exigía que las propiedades de los particulares volvieran a sus legítimos dueños, es decir, a los naturales y sus descendientes.
Sin embargo, a cinco meses de haberse expedido la Ley número 37, todavía existían muchas familias, que se llamaron naturales, que por mala suerte, dijeron los diputados de la época, no disfrutaban de la proporción de la tierra y agua que les correspondía en el Pueblo de San Esteban.
Razón por la cual, algunos tlaxcaltecas y descendientes de ellos se convirtieron en servidores domésticos y como consecuencia de sujetarse a esa penosa vida, no tuvieron, por lo mismo, cargas ni pensiones públicas de ningún género en el Pueblo de San Esteban ni la protección de las familias acreedoras.

                                               Monumento a los fundadores de Saltillo 
sobre el bulevar De los Fundadores, el cual inicia en su cruce con el Periférico "Luis Echeverría Álvarez", con el monumento conocido popularmente como "El Indio" y, concluye con otro monumento a los españoles en Arteaga, Coahuila, pero ambos monumentos creados por el gobernador Oscar Flores Tapia, desde 2012 se encuentran ahora juntos sobre el mismo bulevar.

Ciertamente, varias familias tlaxcaltecas estaban fuera la fortuna, “pero nunca” -expresaron los diputados en 1827- “será razón para prebendas de la ley, que les ha querido conceder, en obsequio, a esas familias desgraciadas”, por lo que toda injusticia debería desecharse de inmediato.
Los legisladores coahuilenses proponían que se evitara la injusticias en contra de los tlaxcaltecas con la averiguación profunda de todos los lotes, así como, el número de las familias acreedoras de los mismos.
Asimismo se fijó un nuevo período para que el Gobierno escuchara los reclamos de los excluidos, para que, conforme a derecho, se les restituyeran las propiedades a los “TECOS”.
La Ley respetó el derecho de propiedad de los naturales y el sentir de la comisión legislativa, sobre el caso, fue el más adecuado, porque se concedía a los interesados, la libertad de abrir juicios para que pudiesen comprobar el derecho a las tierras y aguas.

FAMILIAS DE LOS INFELICES

Saltillo visto desde el Cerro del Pueblo de San Esteban en el que se aprecia en primer plano el sitio en el que estuvieron las tierras y aguas que los tlaxcaltecas recibieron en el histórico Reparto ante Francisco de URDIÑOLA en 1591. Este artículo de Sergio A. Galindo habla precisamente del otro reparto debido al problema de la tenencia de la tierra, un caso para la historia mexicana.

También, se dijo en 1827 que no había necesidad de certificar el origen de los naturales y de los mismos arrimados para asignarles su pedazo de tierra.
El Congreso del Estado, según documentación que me facilitaron mis amigos maestros FÉLIX CAMPOS CORONA y Roberto Vega Mandujano, Presidente de la Gran Comisión y Oficial Mayor de la anterior Legislatura, respectivamente, dictó un fallo histórico para los tlaxcaltecas de Saltillo el día 24 de noviembre de 1827 y que a la letra señala:

Las familias de los infelices, que por ser minoría han quedado reducidos a la vida de jornaleros o sirvientes domésticos, con tal de que sean de los que se llamaron naturales o traigan de estos su origen, se les adjudiquen las partes de tierras y aguas que les correspondan en los fundos del PUEBLO DE SAN ESTEBAN DE LA NUEVA TLAXCALA, sin cubrir ningún requisito más”.

La diputación estatal cumplió con su cometido en forma acertada, sin embargo, la histórica decisión no encontró eco entre los funcionarios de la administración pública.


EVITAR INJUSTICIAS

El gobernador Francisco Vidaurri y Villaseñor informaba al Congreso del Estado que hasta el día 14 de marzo de 1834 se hacía gradualmente el reparto de tierras y aguas en los pueblos llamados antiguamente de indios, pero que en algunos casos no se observaron los requisitos legales.
Argumentaba el gobernante coahuilense desde la ciudad de Monclova, Coahuila, que se modificara el Artículo 140 del Reglamento Económico-Político para que se evitaran las injusticias en la asignación de propiedades.
Por lo que proponía, textualmente, que en la segunda parte del citado Artículo se expresara: “deberá contarse desde la publicación de esta Ley en los respectivos pueblos a que se refiere” claro está, el tiempo para adjudicar los derechos de tierras y aguas.

COMUNEROS DEL PUEBLO

Castigo a los indios que en Coahuila existían cuando la fundación de Saltillo, razón por la cual fueron traídos los Tlaxcaltecas, quienes hicieron sorprendentes aportaciones a la cultura de nuestra ciudad.

El grave problema social en el que se vieron inmersos algunos miembros de la doceaba generación de los fundadores del PUEBLO DE SAN ESTEBAN DE LA NUEVA TLAXCALA nunca se resolvió satisfactoriamente.
La dotación de tierras y aguas fue una constante demanda tlaxcalteca que sortearon más de 50 gobernadores de COAHUILA desde 1827 y sólo hasta el año de 1870, pero el número de mandatarios aumentaría, si se considera como archivado el problema con el cambio de sistema político en 1910.
En el Ayuntamiento del Saltillo se discutió ampliamente el problema durante muchos años. Pero, fue hasta diciembre de 1869 en que se sentaron las bases que deberían sujetarse los Comuneros del Pueblo de San Esteban.
Pretendían los Ediles Severo Fernández y Juan Lobo, que a los comuneros se les designara la fecha en que cada cual disfrutaría de la cantidad de agua que tuviera acreditada en pleno dominio.
Deseaban, en primer lugar, que los Comuneros del antiguo Pueblo de San Esteban disfrutaran pacifícamente de sus propiedades, y en segundo término, evitarles todas las quejas posibles a las autoridades locales y estatales.
La propuesta Fernández-Lobo se leyó en sesión plenaria del Cabildo saltillense en el mes de enero de 1870 y un año después se convirtió en un decreto, pero en ambos documentos se observó el espíritu de la Ley respectiva de 1827.
La Corporación Municipal nombraría una Comisión integrada por un regidor y dos ciudadanos que no fueran propietarios de agua en el Pueblo de San Esteban.
El intento por resolver el grave problema del agua implicaba que se manifestara el derecho de aguas ante la Comisión. Después se convocaría a todos los accionistas y la propia Comisión declararía legítimos los títulos, pruebas o testimonios y turnaría al señor juez los casos problemáticos.
El juez, sólo, en juicio sumarísimo, debería dictar su fallo sobre la legitimidad de las propiedades de los habitantes del antiguo Pueblo de San Esteban. Además, tenía la facultad para multar con veinte o veinticinco pesos a todos los opositores que no probaren plenamente sus derechos.
Entre los opositores, naturalmente, se encontraban aquellos tlaxcaltecas o descendientes de ellos a quienes no les hiciera justicia la Ley de 1827 ni los encargados de la administración pública.
El Ayuntamiento, después de enterarse de la situación por medio de los integrantes de la Comisión, debería de reunir a los accionistas para proceder a la distribución del agua en el Pueblo de San Esteban.
Finalmente, el Cabildo de Saltillo procedería al reparto en forma individual, previo estudio topográfico de la propiedad respectiva. Pero, nada más fue una buena intención.

¡¡¡CINCUENTA AÑOS!!!

1827...1834...1869...1870...1871...1873

Casi medio siglo de riñas y de rivalidades por disfrutar en propiedad las tierras y el agua entre los moradores del Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala.
El profesor Victoriano Cepeda Camacho, gobernador de Coahuila de Zaragoza, estaba consciente de que la disposición anterior no surtió los efectos legales, por razón del poco tiempo de que se dispuso para solucionar el añejo problema que padecieron algunos tlaxcaltecas desde 1827.
Al gran gobernante liberal, Cepeda Camacho, le llamó la atención, que por circunstancias extrañas a la buena administración quedan sin cumplimiento a los principios de justicia y equidad, las disposiciones para otorgar en absoluta propiedad individual las tierras y aguas que formaban el común del pueblo indígena, cuyos bienes poseyeron como meros usufructuarios.
Por lo que envió una nueva iniciativa de ley al Congreso del Estado, en la que se asentaba, en primer plano, que el Ejecutivo le señalaría al Ayuntamiento del Saltillo el tiempo necesario para resolver el multicitado problema y además, con la facultad de prorrogarlo hasta haberlo concluido definitivamente.
Victoriano Cepeda fue muy claro en sus conceptos y aspiraba con este nuevo intento de solución que “se cumpliera con lo determinado en la Ley del 13 de junio de 1827, en la parte que tratq del reparto, en absoluta propiedad individual de las aguas y tierras que pertenecen y forman la comunidad del antiguo Pueblo de San Esteban”.
Por cierto, que la enmienda legal que solicitaba el ex gobernador Vidaurri y Villaseñor en 1834, encuentra su respuesta hasta 1873 al expresarse que “ serían considerados como dueños, aquellos que hasta el año de 1827 tuvieron derecho a los bienes expresados de la comunidad” y para su ejecución se deberían de observar las leyes que se referían a la transmisión de herencias.

SEÑAL DE LA INJUSTICIA

Para proceder con toda seguridad y justificación en EL OTRO REPARTO DEL PUEBLO DE SAN ESTEBAN se reunió la información judicial necesaria a través del ministerio público.
Los gastos de la diligencia anterior, si no se podían cubrir con los fondos de la comunidad, entonces, los nuevos dueños o propietarios los pagarían en forma proporcional, más todos los gastos que fueran necesarios y justos para asegurar las propiedades.

La Repartición deberá hacerse con arreglo a los derechos y acciones que individualmente representen cada uno de los accionistas; valorizándose las suertes de tierras y dotaciones de agua por la situación y condiciones naturales del terreno”, se asentaba en el histórico documento del Congreso del Estado.
Don Victoriano Cepeda asumió la facultad legal para resolver por el orden político-administrativo todos los problemas que pudieran entorpecer el contenido del decreto con fecha del día 20 de febrero de 1873.
El valioso documento de carácter legal que promovió Cepeda Camacho tenía por objeto: esclarecer el derecho que cada tlaxcalteca o sus descendientes tuvieran en la comunidad del Pueblo de San Esteban.
Las múltiples dificultades que se presentaron para aplicar la Ley de 1827 ocasionó, que algunos tlaxcaltecas o descendientes de quienes fundaron el Pueblo de San Esteban hace ya cuatro centurias, se vieran reducidos a la condición de jornaleros y sirvientes, después de haber gozado de muchos privilegios.
Y lo que es más grave aún, tres generaciones de los tlaxcaltecas o “tecos” afectados se procrearon durante ese lapso de tiempo estéril, llevando en sus frentes la señal de la injusticia.


1827: Fin de privilegios y principio de los problemas sociales para un puñado de habitantes del Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala.
__( fotos tomadas de la página saltillo antiguo
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Artículo de investigación exclusivo publicado por el mismo autor y editor SERGIO A. GALINDO CARRILLO en su revista MEMORIAS DE SALTILLO Número 2. Septiembre-Octubre de 1993, Saltillo, Coahuila, México. Una colección de esta revista se encuentra en el ARCHIVO MUNCIPAL DE SALTILLO, así como en la biblioteca del Congreso del Estado de Coahuila y una más, en la Biblioteca Central de Saltillo.